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martes, 6 de mayo de 2025

Arresto por desacato: Genaro Redondo y la crisis de liderazgo en Riohacha

 


Lo que en principio parecía un desacuerdo administrativo terminó revelando la verdadera naturaleza del gobierno de Genaro Redondo: una mezcla de negligencia institucional, evasión deliberada de responsabilidades y un preocupante desprecio por la legalidad. El arresto por desacato del alcalde de Riohacha no es un hecho aislado ni una exageración judicial, sino el resultado inevitable de una cadena de omisiones que reflejan la ausencia de voluntad política para resolver conflictos con sensibilidad y responsabilidad.

La razón inmediata del arresto fue el incumplimiento reiterado de una orden judicial que exigía garantías para los ciudadanos afectados por un proceso de desalojo en la zona rural del municipio. El juzgado solicitó a la administración municipal la implementación de medidas para salvaguardar los derechos fundamentales de estas familias. Pero la respuesta del alcalde fue el silencio administrativo.

Lo más alarmante es que este desacato no es el único. Redondo acumula al menos tres procesos más en curso por desobediencia judicial en temas de vivienda, servicios públicos y atención a comunidades vulnerables. Esta reincidencia revela un patrón sistemático de inacción e irrespeto a las instituciones judiciales.

A nivel administrativo, el alcalde tuvo múltiples caminos para prevenir esta crisis: convocar mesas de diálogo, coordinar reubicaciones temporales o gestionar procesos de conciliación con el respaldo de entes departamentales y nacionales. Según fuentes internas, estas opciones fueron propuestas pero ignoradas deliberadamente. Redondo optó por dilatar el cumplimiento legal, minimizando las consecuencias que ahora enfrenta.

Lo jurídico tampoco era un callejón sin salida. La ley permite que las administraciones locales, en situaciones de conflicto, busquen acuerdos mediante la conciliación y la mediación, herramientas legítimas que no solo previenen sanciones sino que protegen a las comunidades. Sin embargo, Redondo eligió la desobediencia.

Lejos de asumir su responsabilidad, el alcalde ha intentado presentarse como una víctima de persecución, una narrativa insostenible cuando se observa la cadena de decisiones evasivas. El hecho de que, al conocer la orden de arresto, contara presuntamente con la protección de miembros de la Policía para evitar su detención durante varios días, solo agrava su situación. No se puede hablar de victimización cuando se burla la ley y se protege el poder por encima del deber.

El deber de un alcalde es mediar, no escapar; prevenir, no improvisar; liderar con legalidad, no esconderse tras el desacato. Genaro Redondo fue elegido para gobernar, no para eludir responsabilidades ni desacreditar la institucionalidad. Su arresto es una llamada de atención no solo para su administración, sino para toda la clase política que aún cree que gobernar es actuar por encima del Estado de Derecho.

Hoy, Riohacha necesita más que excusas. Necesita respeto por sus ciudadanos, decisiones acertadas y liderazgo real. Y eso comienza por reconocer errores, cumplir la ley y anteponer el interés común al ego personal.

 


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