Docente de Riohacha tras
morir fue cremada por ser un caso sospechoso de coronavirus, y
el resultado de la prueba dio negativo.
La COVID-19 es sin duda una pandemia
que llegó para revolucionar al mundo, y con ella la sociedad ha aflorado su
lado más humano y el instinto de supervivencia, pero también hizo que en
algunos brotara la insensatez, el egoísmo y la crueldad, al no entender que
somos vulnerables ante ese potente e invisible virus.
En
Riohacha una familia está atravesando el profundo dolor de perder a un ser
querido, y no ha sido posible que encuentren
consuelo, debido a manifestaciones de rechazo y señalamientos a los que han
sido sometidos.
Nellelsis Ibeth Diossa Muñoz era una
docente de 39 años, directora de la Institución
Educativa Buenos Aires del corregimiento de Campana, en Dibulla (La Guajira), con una amplia e intachable
hoja de vida, pero además con grandes cualidades humanas.
Hace
dos meses presentó quebrantos de salud, su cuerpo no le respondía como ella
quería, las defensas se les bajaron y
cuadros de fiebres eran intermitentes. Acudió a una clínica de la ciudad de
Riohacha donde la diagnosticaron como paciente sospechosa para COVID-19 y fue
remitida a Barranquilla.
En la capital del Atlántico los
médicos manifestaron asombro, ya que si bien la paciente en ocasiones
presentaba fiebre, no había otro indicio de que pudiera estar infectada por el
virus, sin embargo, ya la sospecha había quedado por escrito y tenían que
aplicar los protocolos correspondientes.
La vitalidad de Nellelsis Diossa cada
día se iba apagando, y tras una serie de exámenes le confirmaron que estaba padeciendo de
leucemia, un cáncer que la llevó a la muerte el día 23 de abril.
“Desde ese momento todo ha sido un
tormento. A mi hermana no la pude ver más, como
era sospechosa de COVID-19 la
Secretaría de Salud de Barranquilla ordenó que fuera cremada; yo pedía un poco
de tiempo mientras llegaban los resultados de la prueba porque estaba
convencido que iba a salir negativo, pero nada fue posible” cuenta entre
lágrimas Ubeimar de Jesús Diossa, hermano de la docente.
A Ubeimar le tocó retornar a Riohacha
con el dolor de la partida de su hermana, pero además con la tristeza de no
poder regresar con ella aunque fuera muerta, tal como se lo había pedido su
madre. En La Guajira la gente está
acostumbrada a rendir homenajes a sus muertos,
velarlos, llorarlos con el cuerpo inerte presente, durante nueve días hacer
rezos y recibir a los amigos que con abrazos se unen en manifestaciones de
apoyo y solidaridad.
Pero con todo esto acabó la pandemia,
y a Ubeimar, su madre y los tres hijos que dejó la profesora Nellelsis, les ha
tocado soportar mensajes y actitudes discriminatorias.
“Somos señalados como la familia de
la enferma, los que llaman al teléfono de una vez
preguntan que si era verdad que mi hermana tenía el virus, las miradas son fuertes; me pregunto dónde está
la empatía que se debe sentir por el otro en un momento tan difícil. Lo peor es
que al día siguiente la muerte de mi hermana, de la Secretaría de Salud de
Barranquilla me llamaron a pedirme disculpas porque los resultados dieron
negativo para COVID-19”.
La familia Diossa Muñoz pide a la sociedad ser más prudentes con
quienes resultan o no afectados por el coronavirus, mientras tanto, están a la espera que el servicio
de funeraria les entregue las cenizas de Nellelsis, y tienen preparado para
ella un homenaje de despedida que casi se hace imposible por la COVID-19 que
los atacó disfrazado de sospecha.
Vía @elheraldoco
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