Por Redacción Investigativa
Riohacha atraviesa una de sus peores crisis en materia de movilidad y seguridad vial, en un contexto donde las decisiones del alcalde Genaro Redondo Choles parecen responder más a cálculos personales que a un compromiso serio con el bienestar ciudadano. La reciente designación de Kevin Andrés Redondo Valdeblanquez como director del Instituto de Tránsito, Transporte y Movilidad Distrital (INSTRAMD) no solo representa una posible violación legal, sino también una afrenta a la sensatez administrativa, en medio de un caos vial que deja pérdidas humanas constantes.

En lo que va del año, Riohacha ha visto incrementarse de forma alarmante las cifras de siniestros viales, muchos de ellos con desenlaces fatales. Motociclistas sin casco, sin luces, transporte informal desbordado, ausencia de regulación efectiva y una cultura de tránsito quebrada son el panorama diario en las calles. Sin embargo, la administración distrital responde a esta crisis con un nombramiento que agrava aún más el problema.
Kevin Redondo Valdeblanquez, designado como director del INSTRAMD, no cumple según documentación revisada y conceptos de la Función Pública con los requisitos legales para ejercer ese cargo. Se trata de un abogado y politólogo, cuya experiencia profesional no está vinculada ni con la movilidad ni con la gestión del tránsito, violando lo estipulado por la Ley 1310 de 2009 y los Decretos 785 de 2005 y 1083 de 2015.

La Ley es clara: para dirigir un organismo de tránsito se requiere formación y experiencia específica en el área. Sin embargo, el alcalde Redondo Choles insiste en nombrar a un funcionario sin la preparación técnica requerida, actuando como si se tratara del administrador de una finca personal y no del mandatario de una capital distrital. Este tipo de nombramientos refleja una gestión arrogante, vertical y desconectada de las necesidades urgentes de la ciudadanía.

Cada día que pasa sin una dirección competente en el INSTRAMD es una jornada más en la que se pone en riesgo la vida de los riohacheros. La negligencia institucional no solo se traduce en desorden, sino también en tragedia. Riohacha no puede seguir siendo el escenario de políticas improvisadas ni de cuotas políticas disfrazadas de liderazgo joven.
La entidad ya arrastra una reputación deteriorada ante la ciudadanía, y en lugar de recuperar la confianza pública, se profundiza el desencanto. El pueblo espera soluciones reales, no juegos de poder.

El problema del tránsito es solo una arista de la profunda crisis institucional que vive Riohacha. A la par, se suma el abandono en materia de infraestructura, el deterioro de la calidad educativa, el incremento en los niveles de inseguridad y un descontrol administrativo sin precedentes. La ciudad parece gobernada con despotismo, sin escucha ciudadana y sin planificación técnica.
Mientras el alcalde actúa como "capataz de finca", la ciudad pierde el rumbo, el orden y la confianza en sus instituciones. La anarquía institucional no puede ser la norma en un Distrito que aspira a crecer, modernizarse y convertirse en una ciudad con oportunidades para todos.

La movilidad en Riohacha no es un juego. Se requiere liderazgo técnico, compromiso ético y profundo conocimiento del sector. La designación de cargos en áreas tan sensibles debe guiarse por la ley, el mérito y la idoneidad, no por la lealtad política ni los vínculos personales.
Desde esta redacción hacemos un llamado urgente al alcalde Genaro Redondo Choles para que reconsidere el rumbo de su administración. La ciudad no puede transformarse con decisiones absurdas ni de espaldas a las necesidades reales de su gente. La vida de los ciudadanos debe estar por encima de los intereses personales.
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