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domingo, 29 de diciembre de 2024

Crónica: Riohacha, un llamado urgente por la seguridad

 


La ciudad de Riohacha, capital de la Guajira, enfrenta uno de sus momentos más críticos en términos de inseguridad. Los índices de homicidios han escalado alarmantemente, situando a la ciudad no solo como la más violenta del departamento, sino también entre las más peligrosas de la región Caribe. El panorama refleja un desgobierno evidente, marcado por la falta de voluntad política de las autoridades locales, y la preocupación de la ciudadanía es más palpable que nunca.

En años recientes, Riohacha ha superado con creces la media nacional de homicidios, que se encontraba en 55 a 60 por año. Hoy, la cifra alcanza los 80 y 90 casos anuales, duplicando el impacto en las estadísticas de seguridad a nivel nacional. De aportar un 0,4% de los homicidios en 2018-2019, Riohacha ahora representa entre el 0,7% y el 0,8% del total en Colombia.

El panorama local no es menos desalentador. Si antes la ciudad contribuía con un 25-28% de los homicidios en la Guajira, hoy ese aporte asciende al 45%, consolidando a Riohacha como el epicentro de la violencia en el departamento.


La administración del alcalde Genaro Redondo Choles y su secretario de Gobierno, Wilson Rojas Vanegas, ha sido objeto de fuertes críticas por su inacción e incapacidad para implementar políticas públicas que enfrenten el problema de la inseguridad. Mientras los riohacheros viven en zozobra, las autoridades parecen más preocupadas por proyectar una imagen ficticia a través de videos y fotografías, desconectadas de la cruda realidad que enfrenta la ciudad.

Homicidios selectivos, vendettas, ajustes de cuentas y robos se han normalizado en cualquier parte de la ciudad, sin importar la hora ni el lugar, dejando una estela de miedo e incertidumbre entre los habitantes. No se han implementado programas efectivos que promuevan la seguridad ciudadana ni se han tomado medidas para reforzar el orden público.


Casos de alto perfil, como los homicidios del cantante Jaime Molina y de una funcionaria de la fiscalía, permanecen en la impunidad, alimentando la desconfianza hacia las autoridades. Además, las masacres y asesinatos en zonas rurales, junto con cuerpos abandonados en avenidas principales, han convertido a Riohacha en un escenario de violencia sin control.

Es urgente replantear la política de seguridad pública de manera seria y comprometida. La ciudad necesita reforzar la presencia policial y militar, especialmente en las zonas rurales, donde se concentra gran parte de la violencia. Más allá de las imágenes para las redes sociales, las autoridades deben asumir su responsabilidad y responder al llamado de los riohacheros, quienes exigen medidas reales y efectivas.


Riohacha enfrenta un desafío monumental, pero no es tarde para actuar. Este es un llamado a la unión y a la acción conjunta entre autoridades y comunidad para recuperar la paz y la seguridad que tanto anhela la ciudad. El primer paso es superar el desgobierno y la inercia, priorizando el bienestar de los ciudadanos por encima de los intereses políticos o personales.


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