AFP.-
El presidente Joe Biden "dio instrucciones al Departamento de Estado para
que se implique de forma inmediata y contundente" en el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU.
EE.
UU. anunció este lunes su intención de implicarse de nuevo en el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU, marcando una ruptura con el gobierno del
expresidente Donald Trump, que abandonó el organismo en 2018 acusándolo de
hipocresía.
El
jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, mediante un comunicado,
dijo saber que el Consejo "es un órgano lleno de defectos, que necesita
reformar su programa, sus miembros y sus prioridades, incluida la atención
desproporcionada que presta a Israel".
"Para
poder hacer frente a las deficiencias del Consejo y garantizar que cumpla su
mandato, Estados Unidos debe estar presente en la mesa y hacer uso de todo el
peso de nuestro papel de punta de lanza en materia diplomática", subrayó.
Ese
vacío "ha sido aprovechado por países que tienen una agenda
autoritaria", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, sin dar
nombres, pero aludiendo claramente a China y Rusia, entre otros.
En
un mensaje pregrabado que se transmitió en una reunión del Consejo, el
encargado de negocios de EE. UU., Mark Cassayre, afirmó por su parte que
"la forma más eficaz de reformar y mejorar el Consejo es trabajar con
él".
Cassayre
destacó que estando de nuevo "alrededor de la mesa, queremos asegurarnos
de que [el Consejo] pueda cumplir su papel" en "la lucha contra la
tiranía y la injusticia".
El
Consejo está integrado por 47 Estados miembros, algunos de los cuales son
denunciados periódicamente por sus abusos contra los derechos humanos, elegidos
por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
EE.
UU. retomará su papel con su estatuto de observador "y tendrá la
oportunidad (...) de dirigirse al Consejo, participar en negociaciones y
aliarse con otros para presentar resoluciones", precisó Bliken.
Su
mandato también estuvo marcado por la retirada del país del acuerdo sobre el
clima de París, el inicio de la salida de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y su estrategia para paralizar la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La
nueva administración había anunciado desde su primer día el regreso de EE. UU.
a los acuerdos climáticos y a la OMS.
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