En el libro la periodista narra cómo pudo darse la condena del exgobernador de La Guajira Kiko Gómez, por el crimen de su padre.
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El sábado 22 de febrero de 1997 la periodista Diana López Zuleta, quien ese entonces tenía 10 años de edad, iría con su papá Luis López Peralta, a visitar a su abuela materna en una clínica de Valledupar y luego la llevaría de compras.
Esa promesa expresada por el entonces concejal de Barrancas y que no se cumplió, fueron las últimas palabras que escuchó Diana de su padre, antes de que fuera asesinado en la puerta del hotel de su propiedad en Barrancas, municipio del sur de La Guajira.
Diana también preparaba una serenata para su cumpleaños número 40 que iba a ser el 25 de febrero, tres días después del crimen.
El relato de todo lo que ocurrió los días previos al crimen, de cómo fue su infancia después de la muerte de su padre, de todo lo que rodeó su muerte, pero sobre todo de cómo ayudó a desenmascarar a quien había ordenado el asesinato, está consignado en el libro “Lo que no borró el desierto”, lanzado hace poco por Diana, quien estudió periodismo para poder investigar y llegar hasta el fondo de la historia.
“Este libro habla sobre la pérdida, la violencia, la justicia, el amor, las luchas internas, el miedo y el coraje. También es sobre mi vida a través de la muerte de mi padre; sobre la recomposición de una historia y un alma en pedazos”, manifestó el día de la presentación de la obra, que se hizo a través de las redes sociales con la participación del periodista Daniel Coronell.
En el libro Diana narra cómo iban pasando los años y en medio del vacío que sentía por la ausencia de su padre, se sentía aún peor por la ausencia también de justicia y por el miedo a la impunidad.
La periodista, natural de La Paz (Cesar), también explica cómo poco a poco y después de 20 años, se pudo conocer públicamente, lo que muchos en Barrancas y La Guajira, sabían casi desde el mismo momento en que mataron a su papá: el nombre de la persona que había ordenado su muerte.
“La ausencia de mi padre cupo todo mi ser. Desde que me lo mataron he estado rota, vacía, en ruinas; me ha habitado la incertidumbre, la nostalgia, el miedo”, escribió Diana.
A pesar de todo, venció y reconoció sus miedos, lo cual le dio paso al coraje para buscar la verdad y sobre todo la justicia para su padre.
“Cuando inicié la búsqueda de verdad y de justicia me decían “¿Cómo se te ocurre meterte en ese proceso?”, pero nadie se cuestionaba “¡Cómo pudieron matar a Luis!”. Era más cómodo estar del lado del victimario y justificarlo. Yo elegí estar del lado de la verdad”, manifestó.
El libro salió al mercado el pasado 23 de junio, justo cuando se cumplieron tres años de la condena de 40 años al exgobernador de La Guajira Juan Francisco Kiko Gómez por el crimen de su papá Luis López Peralta.
Gómez ya había recibido en enero de ese mismo año una condena de 55 años de prisión por los crímenes de la ex alcaldesa de Barrancas Yandra Brito, su esposo Henry Ustáriz y su escolta Wilfredo Fonseca. Según lo explica Diana en su libro, las denuncias de Yandra antes de su muerte, fueron también claves para lograr la condena.
El exgobernador, capturado en octubre del 2013 en su tierra natal Barrancas, permanece recluido en Bogotá, por los delitos de homicidio, tentativa de homicidio, tráfico y fabricación de armas.
En esa oportunidad Diana López le dijo a EL HERALDO que “he empezado a vivir, porque toda la vida he estado con la zozobra muy grande de saber que a mi papá lo mataron y mucha gente lo traicionó, sus amigos y familiares, que no fueron capaces de declarar en contra de Kiko Gómez”.
La periodista afirma que a su papá lo asesinaron porque cuando era concejal y Kiko Gómez alcalde de Barrancas, quería denunciar actos corruptos de la administración municipal. “Antes de su muerte incendiaron la oficina jurídica de la alcaldía para desaparecer los archivos que probaban la corrupción, mi papá denunció este hecho y después lo mataron”, afirma.
Agrega que todo lo que hizo siente que le correspondía como hija, para reivindicar la memoria de su papá y a pesar de que todo estaba en su contra, siguió adelante. “No me importaba morir”, aseguró.
El seis de enero de 1997, día de su cumpleaños, fue la última vez que vio a su papá, ya que él vivía en Barrancas y ella en La Paz. “Me abrazó muy fuerte, fue como la despedida”, dijo.
En el libro agradece la ayuda del periodista Gonzalo Guillén “por enseñarme el camino de la valentía y apoyo infinito; a su abogado Carlos Arturo Toro López y su hijo Alejandro Toro, “por asistirme con toda su sabiduría y entrega durante todo el proceso judicial”.
También le dio las gracias a Margarita Rosa de Francisco “por haber escrito el bello y honroso prólogo que lleva este libro, y a Carolina Sanín “por sus consejos magistrales en dos talleres de Escritura Creativa en los que fui su alumna”.
Vía @elheraldoco
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