Entre todos podemos comenzar la deconstrucción del estereotipo machista
y reivindicar a la mujer y al hecho de que todos los seres humanos, somos
iguales en nuestra esencia.
Por: Rodney Castro Gullo
Yo no he
aprendido a pedir perdón, me callo mejor me voy. Yo reclamo el mismo trato,
cuando tú fallaste yo te perdoné, y a pesar que no es lo mismo, porque más
marcada queda una mujer”
El anterior fragmento es de la canción compuesta por Israel
Romero, “Yo no sé pedir perdón”, que majestuosamente interpretó Rafael Orozco
con su conjunto el Binomio de Oro. Y sí, todavía hay hombres de nuestra región
a quienes se les dificulta pedir perdón, y también hay muchos otros que siguen
pensando, que en las fallas, las mujeres quedan más marcadas.
Duro le hemos dado a Fabio, y se lo merece, pero además debemos
reconocer que le figuró a él, así su intención haya sido otra, servir de saco
de boxeo, para que la sociedad, en todos sus niveles, se desahogue y saque esa
frustración reprimida que le ocasiona, el no haber sido capaz de atender
oportunamente sus desviaciones, las mismas que dan lugar, a que al día de hoy,
subsistan prácticas como las narradas por Fabio y el palabrero en su nefasta y
sonada entrevista. Hacernos los de la vista gorda con el machismo, siempre ha
sido una salida.
Lo cierto, es que gracias a esa entrevista, tenemos una
oportunidad de oro, (sobre todo por el encierro en el que nos encontramos), me
refiero a la posibilidad de repensar si vale la pena seguir tolerando el
manido, obsoleto, y mandado a recoger, modelo machista que aún pulula en gran
parte de nuestra territorio. Ese que vende la idea de mujeres incapaces de
ejercer liderazgo, pues según ellos, nacieron para tener una vida quieta,
sometida al mando amoroso del hombre y dedicada a las labores domésticas en el
hogar. Pero que al tiempo, pondera al hombre que sobresale por su
capacidad fálica, el de las muchas mujeres, que tiene hijos por doquier; que
solo entiende la vida desde la heterosexualidad, y que es agresivo en su
comportamiento. El mismo que aunque se case, sigue siendo sexualmente soltero,
pues considera que la fidelidad es solo para las mujeres.
Y aunque a simple vista la expresión machista se advierte como
indebida, ha logrado permanecer, porque de forma inteligente se ha mezclado en
expresiones culturales constitutivas de la tradición oral, como por ejemplo la
poética del folclor. De ello da cuenta, canciones como la que utilicé para
iniciar este escrito, que se aprenden, se bailan y se cantan con profusa
alegría, aunque su letra vaya muy en contravía con el deber ser del trato digno
a la mujer. Y claro que también incide un pueblo con un precario modelo
educativo, que es capaz de tener por ídolo o referente, en lo personal, a
figuras como el hermano de Fabio, el cantante Poncho Zuleta, quien en lo
musical se constituye en una leyenda del folclor, no obstante en lo personal,
no hace más que exhibir orgulloso la cosificación de la mujer.
Censuramos a Fabio y al palabrero, y que tal si comenzamos
también, de una vez por todas, a censurar a nuestros padres, tíos, hermanos,
amigos, vecinos, hombres y mujeres que día a día, alimentan y promulgan la
equivocada creencia de la superioridad masculina. Que nuestros gobernantes
también inicien campañas de cultura ciudadana al respecto. Entre todos podemos
comenzar la deconstrucción del estereotipo machista y reivindicar a la mujer y
al hecho de que todos los seres humanos, somos iguales en nuestra esencia.
Vía @elheraldoco
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